Comentario
Roma parece que pensó que se podía restablecer un mundo griego formado por multitud de pequeñas ciudades libres e incapaces de transformarse en una gran potencia. Así, decidió que tanto las ciudades de Grecia como las ciudades griegas de Asia Menor, serían libres e inatacables para cualquier rey, obviamente pensando en Antíoco. Reafirmar la libertad de las ciudades griegas equivalía a reconocer uno de los valores esenciales del helenismo, aúnque en la práctica su aplicación se reveló bastante difícil. En primer lugar, los etolios se sintieron profundamente decepcionados por Roma, puesto que ésta no atendió a ninguna de sus reivindicaciones territoriales.
Por otra parte, la libertad habría supuesto que las ciudades griegas vivieran su independencia en medio de un respeto recíproco. Pero, apenas proclamada su libertad, estalló como era previsible un conflicto en el Peloponeso, motivado por Esparta. Nabis y su régimen de tendencias revolucionarias retenían a Argos, que les había sido en cierto modo cedida por Flaminio antes de Cinoscéfalos, ya que la ciudad había permanecido inquebrantablemente fiel a Filipo y sólo Nabis había logrado someterla.
Las ciudades griegas suministraron contingentes de tropas que, junto a los romanos, se dirigieron a Esparta. Pero Flaminio logró que Nabis renunciara a Argos y a cualquier tipo de imperialismo espartano, por lo que se concluyó la paz. El régimen de la ciudad se conservaba inalterado y la ciudad misma permanecía libre e independiente de la Liga Aquea. Esta solución supuso una frustración para el resto de las ciudades griegas, más interesadas en la guerra contra Esparta, que en esa paz sin ventajas para ellas. Tal vez habían comenzado a sentir que una libertad que no les permitía el juego tradicional de alianzas, coaliciones y guerras, era más una apariencia de la misma que una auténtica libertad. Posteriormente se vería que era así: los problemas sociales que se producirán dos o tres generaciones más tarde y los resquemores entre los etolios y Esparta, alterarían por completo esta situación. No obstante, cuando en el año 194 Flaminio retiró las tropas romanas de las tres ciudades que Filipo llamaba las espadas de Grecia: Acrocorinto, Calcis y Demetrias, no quedó ni un solo soldado romano en la nueva Grecia liberada.